La importancia del desayuno

La sabiduría popular dice que hay que desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo. Esto responde a una lógica muy sencilla: consumir mayor cantidad de calorías al principio del día, para contar así con la energía necesaria para afrontarlo.


En nuestra cultura, y fundamentalmente en las grandes urbes, donde la gente trabaja muchas horas al día lejos de su casa, se acostumbra a tener la cena como momento de reunión social, donde la familia se junta en la mesa, los amigos se reúnen. Cuando todos se liberan de sus obligaciones del día, llega la cena como momento de distención alrededor de un plato sabroso y una buena compañía.



No está mal comer bien durante las noches. Lo único que hay que tener en cuenta es que deben pasar dos horas entre la ingesta de alimentos y el dormir, ya que la digestión durante el sueño es muy lenta, y de este modo, es muy probable que la comida nos "caiga mal".


Otra cuestión a tener en cuenta es la importancia del desayuno: comenzar el día con una buena comida aporta energía y vitalidad.







Lo ideal es combinar lácteos, frutas, y harinas, y las opciones son múltiples.


Si durante el día tenés mucha actividad, lo ideal es un yogurth con frutas secas y miel.

En estas épocas frías, lo ideal es acompañarlo con un jugo de naranja o pomelo, para aportar vitamina C que fortalece el sistema inmunológico. Lo ideal es prepararlo en casa, pero si no tenés tiempo (o ganas) algunas marcas de jugos envasados son de muy buena calidad, y tienen un alto aporte de vitaminas.


Los hidratos de carbono son necesarios para comenzar el día. Si te estás cuidando, podés optar por una taza de cereales integrales con leche descremada.


Si estás apurado, un buen desayuno express puede resolverse con yogurth bebible, galletas de salvado, que son ricas en fibras, y una fruta. También podés agregar un trozo de queso, o quizás un queso untable con mermelada de frutas, y si preferís tomar algo caliente, acompañarlo de un café con leche.

El café es rico en antioxidantes, y consumido en bajas cantidades, y de buena calidad, aporta muchos beneficios al organismo. Si preferís el , probá el verde: recomiendan consumirlo a diario, ya que aporta múltiples beneficios, que van desde sus propiedades rejuvenecedoras hasta la acción antibacteriana.

Consejos de cocina

¿La cocina no es lo tuyo? Alhora te acerca una pequeña guía para ayudarte a sorprender con tus platos de todos los días. Aprendé algunos trucos, y seguí estos consejos, para cocinar como un verdadero profesional.


Descongelar las carnes antes de cocinarlas
Meter al horno un pedazo de carne o un pollo entero sin descongelar ahorra tiempo, pero nada bueno puede salir de eso. Cuando esté cocido por fuera, va a estar frío por dentro (o quizás hasta ¡crudo!) Si esperás que se cocine por dentro, el resto va a estar seco o pasado.
Siempre conviene descongelar las carnes en la heladera con un día de anticipación. Si estás con el tiempo justo, optá por el microondas.

Carnes tiernas
Un truco muy simple para que no se te sequen las carnes en el horno: envolvelas en papel aluminio y, antes de cerrarlo, echale dentro una tacita de caldo o un chorro de vino. Horneá a fuego medio, nunca falla.

Respetá la capacidad de cada recipiente
Por más que el wok esté bien caliente, si salteás un kilo de pollo, te va a quedar un hervido pálido. Las carnes y los vegetales van soltando sus jugos durante la cocción, pero necesitan tiempo y espacio suficiente para hacerlo.¿Tenés que cocinar mucha cantidad? Hacélo en dos o tres tandas para evitar perder sabor.

La temperatura justa del aceite
Si lo que vas a freír te queda blando y aceitoso es porque el aceite estaba frío; y si en cambio te queda quemado por fuera y crudo por dentro, estaba demasiado caliente. Para saber si la temperatura es la correcta es poner a freír un pedacito de pan: si se queda en el fondo, el aceite está frío; si sube rápidamente a la superficie, está a la temperatura ideal; y si se tuesta demasiado rápido, muy caliente. ¿No tenés pan? Va otro truco: tirá un escarbadientes; si al contacto con el aceite hace burbujitas, está listo. Sino, esperá a que empiece a hacerlas.
Cuando frías, tené mucho cuidado: utilizá utensilios secos y cuidá que los ingredientes no tengan agua, de este modo evitás las peligrosas salpicaduras.


Adaptá los tiempos de cocción
No siempre hay que seguir la receta a rajatabla. En el caso del horneado esto es fundamental, ya que no todos los hornos son iguales, así que por más que la receta te asegure que "se cocina en media hora" es posible que no esté ni cerca. Tomá ese tiempo como referencia, y andá ajustándolo según tu horno para llegar a un resultado perfecto. Además, tené en cuenta que al abrir el horno durante la cocción perdés calor, con lo cual baja la temperatura y el tiempo de cocción se extiende.

No laves los hongos
Los vegetales siempre hay que lavarlos bien antes de consumirlos, ya sean crudos o cocidos. Pero los hongos NO: a menos que sean secos y los tengas que hidratar, nunca hay que ponerlos en contacto con el agua. Los hongos son como pequeñas esponjas que van a absorber gran parte de ese agua que uses para lavarlos y eso te puede dejar aguachenta la preparación. ¿Cómo limpiarlos? Antes de utilizarlos, frotalos con un repasador limpio para sacarle el exceso de tierra.

Arroz pasado por agua
El onceavo mandamiento reza: dos partes de agua por una de granos de arroz blanco; tres partes de agua por una de granos de arroz integral. Si falta agua en la cocción del arroz, te va a quedar duro e incluso hasta se te puede quemar y pegar en el fondo. En caso que, por el contrario, el arroz ya esté cocido y sobre agua, simplemente tenés que colarlo rapidamente. Un consejo: si estás preparando arroz para usarlo como guarnición, antes de hervirlo salteá los granos a fuego fuerte con un chorro de aceite, luego hervilos.

No midas "a ojo"
Algunas preparaciones requieren medir los ingredientes con exactitud. Esto aplica sobre todo a los postres, la panadería y la pasteería. 50 gramos más de harina pueden hacer que unos cupcakes queden secos y 10 gramos menos de polvo de hornear hacen que un budín quede bajo y compacto. Para lo dulce es indispensable contar con una balancita de cocina y un vaso medidor, que te van a facilitar la vida.

Nunca rellenes el bizcochuelo recién hecho
Ya que hablamos de dulces, este tip es fundamental. Si hacés un bizcochuelo, ya sea casero o "de cajita" lo ideal es dejarlo descansar de un día para el otro para que pierda un poco de humedad y gane firmeza, antes de rellenarlo. De este modo, evitás que se rompa o desarme al cortarlo.