Mas argentino que el dulce de leche...

Con el frío llegan las ganas de comer cosas ricas. Y pocas cosas son tan deliciosas y tan nuestras como el clásico dulce de leche, ese noble manjar que bien sabe acompañar el flan casero o el budín de pan de la abuela, transformarse en helado o en caramelos, rellenar alfajores, o simplemente, llegar a nuestras bocas en cucharadas.

La realidad, mal que nos pese, es que su origen es incierto, y lo disputan argentinos, uruguayos, chilenos, brasileros y colombianos. Nosotros elegimos creer en la leyenda tradicional, que cuenta que cuenta que a principios del siglo XIX, cuando una cridada calentaba la leche azucarada con la cual cebaría mate de leche al caudillo Juan Manuel de Rosas, se distrajo con otras diligencias, olvidando durante un largo tiempo la leche sobre el fuego, con lo cual al regresar la encontró hecha un espeso dulce.


A lo largo de latinoamérica recibe diversos nombres, desde manjar blanco en Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador y Panamá hasta Arequipae en Venezuela. No importa cómo se llame, el dulce de leche es una delicia indiscutible.

Una forma muy sencilla de hacer un dulce de leche delicioso es hacerlo con leche condensada. ¿Cómo? Simplemente se deja hirviendo por unas dos horas una lata de leche condensada a baño maría. Al enfriarse, en su interior habrá un dulce exquisito. ¡A probarlo!